martes, 13 de mayo de 2008

MANUAL DE LOS DISTURBIOS - I

Este documento, abierto a ser debatido y mejorado, pretende servir de guía elemental para activistas de izquierda dispuestos a defender la libertad de expresión, manifestación y rebelión.

"Si destrozamos todo entenderán que estamos nerviosos y que queremos que las cosas cambien ya. Si hablamos amablemente los poderosos se burlarán de nosotros... no tenemos ningún medio de expresión, ahora esta es nuestra forma de hacer correr el mensaje".
[Declaraciones de un casseur tras los enfrentamientos con la policía en una manifestación por el derecho a la educación, París octubre 1998]

La capucha es nuestra amiga.

En las manifestaciones la policía suele utilizar cámaras de vídeo y de fotos. Graban las acciones de los activistas para reconocerlos y así tener "pruebas" que les imputen en un futuro juicio. Otras veces directamente graban a un bloque de manifestantes de una organización determinada como forma de control y recogida de información. También pueden servir como prueba las imágenes captadas por los periodistas de la prensa. Un pañuelo o una bufanda obstaculiza este accionar de la policía. Una braga militar también sirve, pero no es una prenda tan "común" y si la policía te detuviera durante una manifestación o tras ella, no dudaría en acusarte de "tirapiedras". Asimismo, en estos casos es aconsejable no llevar demasiadas "pintas", es decir, que por la estética se intente pasar por "ciudadanos corrientes". 
Los medios de comunicación del poder criminalizan la capucha justamente por su alta efectividad antirrepresiva.

Protección legal.

En algunas manifestaciones, los convocantes disponen de una "comisión legal". Esta comisión la componen uno o varios abogados vinculados a la organización. En caso de que los organizadores repartan octavillas con los teléfonos de estos abogados, no dudes en coger una. En cualquier caso lo más recomendable es apuntarse el teléfono en el brazo u otro lugar del cuerpo por si la policía te cachea y te quita lo que lleves encima o lo pierdas. 
Estos abogados estarán atentos al teléfono por si hay detenidos. Para las manifestaciones en las que no hay "comisión legal", y sobre todo en general para la gente joven, lo recomendable es estar activo en alguna organización política que tenga contacto con abogados (además de que la lucha anticapitalista, cuanto mejor organizada, más efectiva). Si te detienen, lo primero que debes intentar es ponerte en contacto con un abogado para que desde fuera se sepa que has sido detenido y se pueda empezar a trabajar por tu liberación.

La estrategia policial.

Una vez que los antidisturbios tienen orden de cargar, en ocasiones la línea policial se abalanza a golpes sobre los manifestantes desde un solo lado; a veces desde varios a la vez para provocar el pánico. Si la manifestación es masiva, pueden utilizar varias líneas para "dividir el bloque en partes". Otras veces simplemente sacuden sus escudos con sus porras mientras avanzan lentamente. 
Todo depende de la estrategia represiva que tengan. En la mayoría de los casos lo que buscan es la "dispersión", es decir, que la gente corra presa del miedo y se disgregue.
Aquí es importante mantener la calma y llamar a la calma (por ejemplo, con los brazos levantados) a la gente que tengamos a nuestro alrededor. Si observamos que la distancia entre los antidisturbios y los manifestantes es prudente, llamar a la calma hace que la gente se tranquilice y tome conciencia de que su situación inmediata no corre peligro, pues es normal que en momentos de pánico se tienda a correr sin detenerse a mirar atrás aunque la policía esté aún a mucha distancia. La comunicación y cooperación en esos momentos es muy importante. También se ha de tener en cuenta que los antidisturbios son más lentos que nosotros, por su vestuario y equipamiento. 
Cuánto más tiempo aguantemos si ceder terreno a la policía, más cuotas de libertad estaremos expropiando al estado; tengamos en cuenta que las cargas policiales no suponen otra cosa que un intento de coartar nuestra libertad de expresión. Lo que expresamos en las manifestaciones, la acumulación de fuerzas que supone, y el mensaje que con ellas se quiere transmitir, se ven abortados salvajemente por la represión policial. Los enfrentamientos callejeros no son sino una respuesta enfurecida a esta represión y una defensa firme de nuestra libertad de expresión.

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