lunes, 21 de abril de 2008

CONVERSACIONES TRAS LA BARRA

Estoy hasta los mismísimos de intentar encontrar respuesta a una pregunta que me ronda la cabeza hace unos años: ¿Por qué hay gente tan pesada?

Personas que  van a que les pongas un café y de paso te cuentan su vida. Por encima, a fondo, con detalles más o menos escabrosos...

Personas que se intentan hacer los graciosos y no paran de contar chistes, y tú, por educación, intentas ya no reir a carcajada limpia, sino al menos tener una sonrisa más o menos constante mientras intentas descifrar lo que dice en lo que sirves a los 12 clientes con prisa de turno.

Personas que intentan ligar contigo, porque claro, el mito de que las camareras somos carne de cañón está demasiado extendido...y mientras lo hagan sutilmente te puede hasta halagar, pero hay cada baboso/a....

Personas que se quejan hasta del color de las paredes, pero que aún así vuelven cada día...yo creo que lo tienen como un reto para averiguar dos cosas: lo que puede dar de sí su capacidad tocacojones y lo que puede dar de sí la paciencia del camarero. Cuanto más merme la segunda, más aumenta la primera...pero si la paciencia aumenta da lo mismo, el tocacojoneo no va a disminuir.

Personas insoportablemente maleducadas que no saben lo que es decir hola, gracias, adiós, y mucho menos llamar tu atención de otra forma que no sea golpeando la barra con una monedita (no lo soportoooooo), silbándote como a un perro o gritándote como si estuvieran tratando con ganado. Anotemos que les es indiferente que tengas a 2 personas en el bar o a 200.

Personas que, afortunadamente, tan sólo van a tomarse algo (buenos días, gracias, hasta luego)o las que intercambian palabras amables contigo y con las que, dado el caso, puedes entablar una buena conversación e incluso una buena amistad.

Lamentablemente éstas últimas son las menos, pero creo que todos los camareros nos aferramos a ellas como si nos fuera la vida en ello para no mandar a tomar por el culo a clientes, jefes, compañeros, y a los del bar de al lado.

Sé que me dejo en el tintero a muchos más tipos de clientes, como los que hablan solos, los borrachos del barrio, los yonkis, los padres que pasan de los hijos mientras éstos arrasan con el bar, los viejos (o la tercera juventud, como les llamo yo), los estudiantes....un sin fin de gente, gentecilla, gentucilla y gentuza a la que aguantar cada día.

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